Periodismo necesario, por Antonio Asensio Mosbah

El aniversario de un medio de comunicación siempre es motivo de alegría en una democracia por cuanto supone un enriquecimiento de la pluralidad informativa consustancial a las sociedades avanzadas. Y, lógicamente, si lo que se cumplen son 30 años, ese aniversario adquiere una importancia todavía mayor, porque demuestra la trascendencia del medio de comunicación en cuestión en la historia de su país. Los periódicos y revistas nacen y desaparecen, esto último cada vez con más frecuencia desgraciadamente, pero que logren consolidarse y mantenerse en primera línea durante tres decenios es algo mucho más complicado.

Basta ojear la hemeroteca para comprobar que cuando mi padre, Antonio Asensio Pizarro, empezó a pensar en la posibilidad de crear un semanario político, allá por la primavera de 1981, España se encontraba en medio de una compleja situación. La intentona golpista del 23-F había situado de nuevo al país ante el abismo, al tiempo que la crisis económica y la enorme actividad terrorista estaban poniendo a prueba la fortaleza de la joven democracia española. No fue por tanto casual que el fundador del Grupo Zeta, siempre comprometido con los valores constitucionales, pusiese finalmente en marcha en mayo de 1982 una revista de contenido eminentemente político y con sede en Madrid.

Desde el primer momento, los ciudadanos tuvieron en Tiempo una referencia del mejor periodismo. Bajo los principios del rigor en la información y de la pluralidad en la opinión, que siempre han caracterizado a todos los medios del Grupo Zeta, los lectores han visto pasar por sus páginas cada semana los asuntos más importantes de la actualidad del momento y a sus protagonistas.

No en vano puede decirse, sin ningún tipo de rubor, que la propia revista ha tenido en innumerables ocasiones un papel protagonista en la reciente historia de España. Y buena muestra de ello es este suplemento especial en el que se recogen 30 grandes exclusivas que Tiempo ha ido publicando a lo largo de estos 30 años. Estoy seguro de que muchos lectores, sobre todo los más jóvenes, se sorprenderán con muchas de las informaciones recogidas en las próximas páginas por la trascendencia histórica de su contenido.

Los primeros 30 años de vida de Tiempo han sido, pues, excepcionales. Y nada debe impedir que los próximos 30 lo sigan siendo. Es evidente que el sector de los medios de comunicación está padeciendo una crisis particular que, unida a la coyuntura general, parece conformar una tormenta perfecta. Pero, independientemente del soporte y de los desafíos tecnológicos, es indudable que una sociedad democrática seguirá exigiendo información de calidad. Por eso no tengo ninguna duda de que medios como Tiempo seguirán siendo necesarios para la construcción de una opinión pública bien informada, seria y con capacidad crítica y discernimiento.