Sonsoles quiere dejar La Moncloa

22 de enero de 2010 . En mitad de la segunda legislatura de Zapatero, ‘Tiempo’ publicó una exclusiva que convulsionó la actualidad política. Bajo el título ‘Sonsoles no aguanta más’, el periodista Antonio Rodríguez contó cómo la esposa del presidente del Gobierno le había pedido a su marido no optar a un tercer mandato. El resto de medios siguieron la estela.

 

Sonsoles Espinosa, aburrida (dcha.), en el Congreso de los Diputados.

Ella ha estado detrás de su marido en cada decisión importante que ha tomado y esta vez no será una excepción. De ahí que en Ferraz sepan que Sonsoles Espinosa es la persona clave para saber si el presidente del Gobierno se postulará para un tercer mandato en 2012. Ya en la primavera del año 2000 pasó algo parecido, cuando varios jóvenes del aparato socialista empezaron a organizar el asalto a la Secretaría General del PSOE desde la corriente interna de Nueva Vía. Llegado el momento crítico, José Luis Rodríguez Zapatero tenía claro que debía dar un paso al frente, pero hizo una advertencia a varios de sus compañeros de aventura, como Trinidad Jiménez, José Blanco, Jesús Caldera o Jordi Sevilla. “Por mí, ya sabéis que no hay problema. Pero todo depende de Sonsoles. Si ella dice que no… pues es que no”, les comentó cuando debían decidir si el desconocido diputado leonés lucharía por el liderazgo del PSOE. Ahora esos mismos dirigentes socialistas, algunos ministros y otros ya alejados del poder, empiezan a pensar que Sonsoles dirá en esta ocasión que no.

 

Zapatero le prometió a su esposa, poco después de llegar a La Moncloa, que el día que dejase de ser presidente viajarían los dos por el mundo para conocer a fondo los lugares que se han perdido desde comienzos de la década. Sin embargo, después de casi seis años de una vida repleta de restricciones como segunda dama del país, Sonsoles se ha cansado ya de las limitaciones que le impone el cargo de su marido y anhela que lleguen esos viajes de los que tanto han hablado. En definitiva, quiere que esta sea la última legislatura de ambos en La Moncloa.

 

Lo más difícil de sobrellevar para esta soprano de carrera han sido las medidas de seguridad y la escolta policial que tienen que soportar ella y sus hijas la mayor parte del día. Está hastiada de esas privaciones y especialmente preocupada por sus hijas, Laura y Alba, sobre todo tras la famosa foto del año pasado en Washington con el matrimonio Obama. Una preocupación que ha ido en aumento desde que el pasado mes de noviembre varios usuarios de Internet asaltaran los perfiles de las menores en el portal Tuenti tras hacerse pasar por otras personas. Las fotos y los comentarios personales de las niñas estuvieron circulando por la Red durante unas horas, hasta que los servicios de seguridad de La Moncloa dieron la voz de alarma. A ello se añade que en pocos años -Laura tiene 15 en la actualidad- las dos pequeñas querrán tener una vida normal como el resto de las chicas de su edad, en la que puedan disfrutar con libertad de sus amistades y asistir a la universidad sin escoltas a sus espaldas.

 

No quiere testigos extraños. En cuanto a la privacidad dentro del recinto residencial de La Moncloa, Sonsoles se encargó personalmente de establecer las principales directrices. Suya fue la decisión, en los primeros meses de Zapatero en el poder, de cerrar una puerta que comunicaba el edificio de la Secretaría de Estado de Comunicación con dicho recinto y que reducía el trayecto a pie hasta el lugar de los Consejos de Ministros. Tras varias indagaciones del personal que trabajaba en la Portavocía del Gobierno, se supo que la esposa del jefe del Ejecutivo no consentía que funcionarios, altos cargos o periodistas pudieran acercarse a poca distancia del palacete en el que vive el presidente con su familia.

 

Ya en esta legislatura sucedió algo parecido con otra puerta, la que separa el nuevo edificio Semillas (lugar de trabajo de la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega) con el recinto presidencial. Desde hace unos meses el paso está muy restringido y en la puerta siempre está apostado algún miembro de seguridad.

 

Con todo, el traslado de León a Madrid hace nueve años fue el trago más duro al que ha tenido que enfrentarse Sonsoles desde que conoció a Zapatero en los pasillos de la facultad de Derecho de León, allá por el convulso mes de febrero de 1981. Les costó un trabajo enorme ponerse de acuerdo y la consecuencia de ello es que pasaron un tiempo de dificultades en el matrimonio, desde la elección de Zapatero en el 35º Congreso del PSOE, en julio de 2000, hasta finales de 2001. Ella no quería dejar su trabajo de profesora de música en el colegio Leonés y tampoco le seducía la idea de convertirse en Madrid en la mujer de un líder que todos ansiaban conocer. Al final pasaron 15 meses hasta que tomaron la decisión de que ella se trasladase a la capital con las hijas. Concretamente, a un piso que compraron en la localidad madrileña de Las Rozas.

 

De aquellos meses vividos en la distancia -Zapatero solo iba a León durante los fines de semana o las vacaciones parlamentarias-, el entonces líder del PSOE aprendió la importancia de estar cerca de su familia. Por eso, cuando accedió al poder, una de las primeras decisiones que tomó fue que los desplazamientos dentro del territorio nacional o al extranjero no se prolongaran más allá de lo necesario. Nada de cócteles multitudinarios o inauguraciones que otros pueden hacer, les repetía con insistencia a sus asesores. El presidente se autoimpuso, además, llevar una vida lo más familiar posible y decidió que desayunaría o cenaría cada día con su esposa y sus dos hijas, pese a que esta norma tan estricta desesperó a más de uno de sus colaboradores a la hora de fijar la agenda diaria de trabajo.

 

Sonsoles, por su parte, apenas se ha prodigado junto a su marido en viajes o mítines del partido. Su presencia en actos sociales o recepciones diplomáticas en España es escasísima, y cuando han salido al extranjero los que la acompañaban en el avión oficial la recuerdan un par de filas de asiento detrás de su marido, escuchando música con los cascos o estudiando partituras.

 

Para Sonsoles la parte amable de Madrid está estrechamente ligada a su trayectoria profesional. Ha logrado que vaya en paralelo a la de su marido sin que le hayan regalado nada. Además, supo aprovechar las ventajas que le ofrecía la capital para progresar en su carrera musical y ha conseguido no encasillarse con las actuaciones en el Teatro Real. Estos últimos años ha participado en los coros de la Capilla Real de Madrid y de Radio Televisión Española y ya no ve la capital como una ciudad inhóspita. Fruto de ello es que ha reducido sus viajes a León. Las pocas veces que va allí siempre encuentra un hueco para tomar un café con Lola o con la esposa de Carlos Morais, sus amigas de toda la vida.

 

Debate sobre los tiempos. Con estos precedentes, la pregunta que se hacen en Ferraz es cuándo tomará Zapatero la decisión de presentarse o no en 2012. Por lo afirmado hasta ahora, el jefe del Ejecutivo no quiere pensar en este asunto hasta el segundo semestre, una vez haya terminado la presidencia española de la UE. Varios responsables del partido como José Blanco, María Teresa Fernández de la Vega, Leire Pajín o José Antonio Alonso, su mejor amigo de la etapa universitaria, han intentado estas últimas semanas calmar a las bases y apartar la atención de los medios con dos aseveraciones: que no hay debate interno sobre el candidato del PSOE a los comicios de 2012 y que el liderazgo de Zapatero para ese momento es indiscutible. Sin embargo, fuentes socialistas reconocen a Tiempo que el hecho de que el propio Zapatero guarde silencio sobre esta cuestión tan espinosa es un reconocimiento implícito de que no ha madurado la decisión y, en el peor de los casos, de que no las tiene todas consigo.

 

En este sentido, han aparecido dos corrientes dentro del PSOE a la hora de abordar -con las debidas reservas- el futuro de Rodríguez Zapatero, por mucho que dentro de Ferraz se intente ocultar esta realidad. En primer lugar, hay quienes creen que el jefe del Ejecutivo se tiene que presentar a un tercer mandato, al no haber un recambio lo suficientemente atractivo que pueda tirar del carro socialista en 2012 con garantías de éxito.

 

Es más, cada vez está más asentada la idea de que la recuperación económica será más gradual y lenta que lo estimado por el Gobierno y que, a lo sumo, España saldrá de la recesión con un débil crecimiento y unas modestas tasas de creación de empleo. “Que sea él el que las pierda”, insisten algunos socialistas cuando se les plantea ese hipotético escenario.

 

Una derrota de Zapatero en los comicios generales se vería, de este modo, como el mejor inicio para la travesía del desierto. Tras una oportuna dimisión en el transcurso de la noche electoral o en algún momento de 2012 (como hizo Felipe González en el congreso socialista de 1997), se procedería a la celebración de un proceso de primarias en el que el sucesor o la sucesora del líder socialista estaría libre de tutelas para intentar el asalto a La Moncloa en el horizonte de 2016. Al fin y al cabo, sería buscar una redición del exitoso precedente de Zapatero en 2000, cuando se convirtió en secretario general del PSOE contra todo pronóstico y con un discurso distinto y esperanzador.

 

La otra corriente interna prefiere que el presidente del Gobierno anuncie en otoño -o a más tardar, en la primavera de 2011, tras las elecciones municipales y autonómicas- que no se presentará a la relección. De esta forma, podría concluir su segundo mandato de la mejor manera posible y con la cabeza bien alta. Aquellos gobernantes que no se han aferrado al sillón del poder y han cedido el testigo con deportividad y elegancia, al final han terminado sus mandatos con unos sorprendentes índices de popularidad y han dejado un buen recuerdo entre sus conciudadanos, una vez que ha pasado cierto tiempo.

 

Gustos comunes. Si esta percepción se va instalando en la mente de Zapatero, buena culpa de ello la tendrá su esposa Sonsoles. Una vez lejos de La Moncloa, podrán compartir su pasión por el cine y los libros, aunque sus preferencias no son siempre coincidentes. Zapatero se confiesa un empedernido lector de Jorge Luis Borges (el último al que se lo dijo fue a Barack Obama) o de la poesía de Antonio Gamoneda, mientras que ella prefiere las novelas de autores latinoamericanos o españoles contemporáneos, como Javier Marías.

 

Para Sonsoles, la salida del palacio presidencial sería un alivio y el inicio de una nueva vida con menos restricciones y en busca del anonimato de antaño. Ahora intentará convencer a su marido.

Portada del 22 de enero de 2010