El patrimonio oculto de Francisco Franco

11 de junio de 2010 . La vida de Franco siempre fue una mina para la revista ‘Tiempo’. Ya en 1984 se publicaron los archivos secretos del dictador, pero, cuando ya parecía que estaba todo contado, nuestro semanario, de la mano de Javier Otero, encontró en 2010 material aún inédito, como el patrimonio del ‘Caudillo’ al terminar la guerra o sus inversiones en bolsa.

Tiempo publicó durante cuatro semanas consecutivas una buena parte de los 27.475 documentos que se almacenan en el archivo de Salamanca y que fueron desclasificados en el año 2010.

Los apeles privados de Franco salen a la luz por primera vez sin restricciones cuando han pasado más de tres décadas de su muerte. La documentación, que mantuvo guardada la familia del dictador en la fundación Francisco Franco, puede ser consultada ya en un archivo público, como es el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. El compendio desordenado de más de 27.000 documentos permite descubrir detalles hasta ahora desconocidos de su vida, la administración y el origen de su dinero, pero también documentos oficiales, a menudo clasificados como secretos.

 

Estos documentos privados permiten contrastar objetivamente si el mito sobre la austeridad de Franco tiene fundamento. “Nuestro Caudillo, como buen militar, es austero”, decía el lema franquista. Las decenas de millones de sus cuentas e inversiones lo desmienten. Entre esta documentación se encuentran algunos resúmenes de las cuentas del Generalísimo, unos detalles que se muestran ahora por primera vez. Los microfilms con la reproducción de los documentos depositados en la fundación Francisco Franco recogen algunos de estos estados de cuentas de varios años salteados. Aproximadamente un año después del fin de la Guerra Civil, el 31 de agosto de 1940, las cuentas arrojaban un saldo de 34 millones de pesetas. Otro balance realizado en 1959 dice que Francisco Franco contaba con 22,7 millones de pesetas entre dinero en metálico e inversiones en valores. Por el camino, según aparece en sus papeles, realizó importantes inversiones.

 

Para situar el valor que estas cantidades suponían en la época pueden compararse con algunos datos. Por ejemplo, hacia 1959 un piso en el barrio de Salamanca de Madrid costaba 275.000 pesetas, según la prensa de esos años. El edificio que la familia Franco compró en la calle Hermanos Bécquer de la capital en 1945, de cinco plantas y sótano, costó 4,2 millones. La finca de Valdefuentes, de casi 10 millones de metros cuadrados, le salió a Franco por 2,5 millones de pesetas, según los documentos de su archivo. El pazo de Meirás fue donado a Franco en 1938 tras una suscripción popular encabezada por Pedro Barrié de la Maza, conde de Fenosa, que adquirió la finca por 400.000 pesetas.

 

¿Cuál era el origen del dinero de Franco? El resumen más antiguo de sus cuentas que sale ahora a la luz, de 1940, recoge las cantidades procedentes de donativos y otros conceptos a disposición de Franco e incluye una cuenta de “Donativos para los Huérfanos de la Guerra”, depositada en el Banco de España en Madrid, que alcanza 690.023 pesetas, a la que aún llegaban aportaciones, como las 35.000 pesetas de una recaudación realizada por un particular. Pero son otras cuentas las que más dinero reúnen. Solo una de ellas, depositada en el Banco de España, que tiene como epígrafe “Donativos a disposición del Jefe del Estado” suma la importante cantidad de 18,1 millones de pesetas. En esta cuenta se anota también un ingreso de 10.000 pesetas reflejado como “donativo mensual de la Compañía Telefónica”.

 

Franco usaba parte de estos fondos para donativos personales, como las 100.000 pesetas que aportó “al Sr. Muguruza para la reconstrucción del Castillo de la Mota” o las 138.000 pesetas al obispo de Oviedo para la reconstrucción de la Iglesia de la Llanera. Además de otras cuentas con cantidades menores denominadas como “Fondo de España” o “Donativo para soldados indígenas”, Franco contaba con otras más importantes de donativos a su favor de varios millones. En total, sumaban 34 millones de pesetas. El contable de este documento realiza anotaciones llamativas en la explicación de los ingresos en esa época de racionamiento y estraperlo, como añadir 7,5 millones de pesetas por “importe total de venta de café”. Entre los gastos, una lista de donativos de 25 o 30 pesetas a particulares y más elevadas a algún convento.

 

Valores en Bolsa. En un resumen de las cuentas correspondiente al cuarto trimestre de 1950 ya no aparecen las cuentas para los huérfanos o para soldados indígenas. En esa fecha parece que realiza su primera gran inversión en valores, por un total de 7,2 millones de los 21 con que contaba. Además, anota unos ingresos de 162.408 pesetas en sus cuentas, de las que 74.000 provienen de un ingreso de la editorial Espasa Calpe por la venta de la obra Jesucristo, Cuadros Evangélicos, un conducto por el que seguía recibiendo fondos nueve años después. Franco, por su parte, se deja 50.000 pesetas en donativos particulares, incluidos los partos triples o 20.000 pesetas por el agasajo por su onomástica que se dio a su guardia. También anota un gasto de 69.000 pesetas en 1.000 pares de zapatos que se dedicaron a obras caritativas y que se compraron al industrial Silvestre Segarra. Los documentos privados de Franco aún guardan, en contrapartida, una carta de Segarra en la que envía 25.000 pesetas “para los donativos que Su Excelencia establece” y que al parecer realizaba regularmente.

 

Ya en 1956 uno de los balances trimestrales descubre que las inversiones en valores, 10,3 millones de pesetas, casi alcanzan el dinero que tenía en metálico (12,2 millones). En los estados de sus cuentas en 1959 Franco reparte su dinero por igual entre estas y valores, pero la principal novedad es que ha trasladado 3,5 millones de pesetas en efectivo a una caja de seguridad de su residencia en El Pardo, según atestiguan los documentos con la firma y sello de la “Secretaría de su Excelencia el Jefe del Estado”.

 

Los papeles descubren su perfil inversor: deuda pública, obligaciones privadas y acciones de Campsa. Según otros documentos, de pocos meses después, Franco y su mujer, Carmen Polo, compraron acciones de Iberduero, Duro Felguera y Banco de Bilbao, según la correspondencia bancaria, que acababa sus cartas con la frase: “Aprovechamos esta oportunidad para hacer presente a VV.EE. el testimonio de nuestra más fervorosa adhesión”.

 

La Reina, Franco, Don Juan, Carmen Polo y el Rey.

Además, quedan al descubierto los secretos de sus propiedades inmobiliarias. Hacia 1953, Franco había invertido un total de 10,4 millones de pesetas en la finca de Valdefuentes, en la provincia de Madrid. De este dinero, la compra solo supuso el desembolso de 2,5 millones. El resto se dedicó a la dotación de maquinaria e instalaciones. Hace pocos años, la familia vendió un tercio de la finca por unos diez millones de euros. Entre los papeles de Franco puede encontrarse abundante documentación sobre técnicas agrícolas y ganaderas, documentación sobre la compra de cepas francesas o un amplio informe sobre los yacimientos de agua en la finca, además de anotaciones manuscritas sobre las obras que había que acometer.

 

También se puede encontrar otro tipo de documentación, como la que habla de las 206.800 pesetas que consiguieron los Franco por la venta de pieles de astracán en 1969. El estado de cuentas de la finca La Piniella, en Asturias, que provenía de la familia de Carmen Polo, revela un beneficio anual en 1973 de 135.000 pesetas, de las que Franco se embolsó 100.000. De otra de sus propiedades, la mansión del Canto del Pico, en Madrid, se guardan notas, por ejemplo, del traslado de columnas y capiteles desde Guadalajara. El Canto del Pico es un regalo de José María de Palacio, conde de las Almenas, a Franco y fue vendida por su familia en 1988 por 320 millones de pesetas.

 

El pazo de Meirás es uno de los últimos vestigios de la época franquista y no era solo un lugar de recreo. En agosto de 1966 la finca ofrecía un saldo positivo de 66.000 pesetas y en las cuentas queda anotado: “Entregado en efectivo a Su Excelencia en el día de la fecha, 50.000 pesetas”. Las cuentas, mes a mes, son exhaustivas, con detalles hasta de la compra de papel de lija o de las 1.000 pesetas que ingresó por la “venta de 30 gallinas viejas”. Algo parecido pasa con las cuentas de La Piniella, donde Franco también recolectó en efectivo 60.000 pesetas en agosto de 1966.

 

Declaración de Hacienda. Entre la documentación llama la atención una curiosa carta enviada por la delegación de Hacienda a Carmen Polo en marzo de 1958, donde le recuerda que se termina el plazo para realizar su declaración de la entonces llamada “contribución general sobre la renta”. En la carta, la delegación de Hacienda se pone a su disposición para realizar consultas o para que sea designado un funcionario al que se le faciliten los datos correspondientes, y explica que de esa manera evitaría una multa si la Administración discrepara de la declaración.

 

El general guardó también gran cantidad de documentación sobre lo que publicaba la prensa sobre él o su familia.

Portada del 11 de junio de 2010